Como tantas otras veces, año tras año, hay que insistir en que el dragado es dañino para el río, altera su geomorfología y afecta a sus seres vivos, modifica condiciones de flujo y puede ser a medio plazo peligroso. Y además es inútil, como se demuestra año tras año, constituyendo una inversión insostenible. También supone una mala práctica ambiental muy negativa por cuanto puede justificar otros dragados igualmente denunciables. Y es un muy mal ejemplo para una sociedad urbana muy necesitada de educación ambiental.
¿Para cuándo una navegación sostenible económica y ambientalmente? Espero que pronto alguien entre en razón y tanto las embarcaciones como las zonas de embarque se adapten a las características del cauce del Ebro. Un río como el nuestro solo permite embarcaciones de mínimo calado y exige modificar continuamente, en función de la dinámica fluvial, los recorridos y las zonas de salida y llegada. Si se quiere navegar en un río mediterráneo de gravas hay que aceptar estas condiciones.
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