sábado, 19 de septiembre de 2015

CONTRADICCIONES Y GAVIONES EN EL RÍO GÁLLEGO

La crecida de octubre de 2012 dejó bien claras en algunos tramos cuáles son las verdaderas dimensiones del Gállego, que muy cerca de su desembocadura en el Ebro desarrolló procesos geomorfológicos muy interesantes, erosionando orillas, acumulando sedimentos y marcando su interés por abrir nuevos brazos secundarios. El Gállego quiere, simplemente, volver a tener la anchura que tenía hace 50 años, y una dinámica acorde con su notable energía, una energía coartada por su elevada regulación, por sus múltiples embalses, una energía que solo puede manifestarse ya en crecidas muy puntuales.

Al Gállego en su curso bajo habría que dejarle mucha mayor anchura que la que tiene. Por eso, en su búsqueda del equilibrio y del espacio perdido, el río ha socavado uno de esos típicos caminos "verdes" para uso recreativo que ahora proliferan en nuestros ríos. Se ha tardado en actuar, pero ya se está haciendo. Y la solución es la de siempre, o sea, mala. En lugar de dar más espacio al río y echar los caminos ciclables más lejos de la orilla, se está reperfilando y defendiendo ésta mediante un muro de gaviones.

Es triste comprobar que en todos los sitios se sigue igual, con este tipo de medidas ingenieriles, siempre en contra del río, nunca en contra de las invasiones y ocupaciones de su espacio. Es contradictorio y muy poco educativo que, mientras hace unos años se quitaron unos gaviones un par de kilómetros aguas arriba para devolver dinámica y naturalidad al cauce, sin embargo ahora se coloquen unos gaviones nuevos para encorsetar al río impidiendo que este recupere sus procesos naturales. Una pena. Vamos marcha atrás.